lunes, febrero 20, 2023

Ninfa y Ángel (Capítulo diez)

- Te lo dije, ese elfo no era de fiar... 

Resonaba la voz del mentiroso en el interior de Ninfa, y su corazón latía desesperadamente. Las lágrimas inundaban sus ojos impidiéndole ver por dónde iba, en varias ocasiones su frágil cuerpo fue golpeado por las ramas de los árboles. 

Cuando sintió que ya se encontraba lejos del lugar, estalló en llanto deteniéndose definitivamente cerca de una cascada. Ahí tras un arbusto de moras quedó de rodillas, sus manos taparon su rostro, y por momentos apretaba sus mejillas.  

- Ese elfo se acercó a ti para obtener un beneficio que seguramente le iba a dar esa horrible gárgola, ambos son lo mismo. 

 Gritaba la voz interior. 

 - Pero esa paz... nunca la había sentido... ¿cómo puede un ser irradiar paz y a la vez ser malo?

 Cuestionaba Ninfa. 

 - Eso es lo que quiere que tú creas, que es un ser que da paz, para que vayas con él , para seducirte, para tenerte entre sus garras, y una vez ahí, entregarte a la gárgola, mírate ¿tú crees que alguien que dé paz se te acercaría? ¡desde luego que no! el elfo sólo busca su provecho... 

- Pero, pero... no puede ser posible... Duhal me dijo que quería ser mi amigo...  

- ¿Duhal? ja, a lo mejor ni siquiera ese es su nombre, además ¿cuándo has sabido de alguien que dé paz así nada más? NADIE, óyelo bien, NADIE se toma esa molestia si no es por algo a cambio... 

- Es verdad, nadie da nada así, sólo por dar... 

Ninfa nuevamente había creído en esa voz interna del mentiroso y un vacío la embargaba. La voz no iba a dejar que nadie le quitara ese lugar de privilegio, ese lugar que le permitía ser escuchado por Ninfa y nadie más. Dentro de ella la voz era alguien, existía porque Ninfa le hacía caso, de ella se nutría. Esa voz era como un caballo salvaje que iba a donde quería, y no existía nadie que lo domara, que cuando percibía que había alguien que lo quería montar, se embalaba para pasar sobre él. 

Sus mentiras eran muy contagiosas y echaban raíces en el corazón de Ninfa rápidamente. La voz no dejaba de juzgarla, le indicaba qué estaba bien y qué estaba mal, que era hermoso y qué era horrible. Ninfa había pasado toda su vida escuchando al mentiroso interior, no había razón para no dudar de él. Y por creerle, andaba en la búsqueda de algo que la llenara, algo que la hiciera sentirse plena, pero cada vez que pensaba que ya lo había encontrado, se aparecía esa voz destruyendo todo a su paso... haciéndola sentir mal, imperfecta, sucia y torpe... porque pensaba que debía estar a la altura de las expectativas de los demás, pero nunca lo lograba... 

Cuando Ninfa sentía en su corazón algún destello de esperanza, la voz la aniquilaba inmediatamente, desde el punto de vista de la voz, Ninfa no merecía nada y no era digna de nada ... ni de nadie... no merecía vivir, no merecía sonreír, no merecía conocer la verdad, no merecía ser feliz, no merecía amar ni era digna de ser amada... Aún añoraba los momentos de felicidad que alguna vez vivió... 

Y Ninfa nuevamente echó a llorar... (Continuará)

Ninfa y Ángel (Capítulo nueve)

Ninfa no lo podía creer, apenas la noche anterior le había pedido a la luna encontrar nuevamente al Elfo que le hizo sentir esa paz inexplicable. Ángel transformado en Elfo aún le sonreía a Ninfa y cayó en cuenta que todavía sujetaba la mano de ella. 

Él hizo un movimiento rápido para retirar su mano y esconderla en su espalda, mostrando algo de torpeza, resultado de no poder controlar sus emociones. Era extraño, porque siendo un Ángel transformado en Elfo era difícil que algo lo intimidara. En eso estaban cuando... 

 - ¡Mi estimado Duhal, qué gusto de encontrarte! 

Exclamó Ashtaro, la gárgola, quien iba acompañado de dos gnomos, mismos que provocaron que Ninfa se incorporara de donde estaba sentada y sintiera temor. Al estar de pie la voz interior del mentiroso se escuchó con fuerza: 

 ¡Huye! ¡este elfo te va a entregar a la gárgola!. 

  En seguida salió volando presa del pánico por creerle a la voz interior del mentiroso, en instantes su rostro recobró esos tintes amarillos y verdes, y el tono rosado se había esfumado. Desesperado Ángel transformado en Elfo hizo el intento por sujetarla, pero los gnomos lo impidieron tomando a Ángel de la espalda. 

 - ¡ja ja ja ja! parece que al fin cruzaste palabra con ella Duhal... ¿y de qué platicaban? 

- Ashtaro, creo que eso no es de tu incumbencia 

Murmuró Ángel transformado en Elfo cuando apretaba los dientes de coraje. 

- Claro que me importa Duhal, claro que me importa... recuerda que tú y yo tenemos un trato, y todo lo referente a esa Ninfa me atañe... ¿o ya lo olvidaste? 

Entrecerrando los ojos, Ángel transformado en Elfo movió la cabeza de un lado a otro indicando que no había olvidado su promesa, y volteando sobre su hombro dirigiendo su mirada hacia las copas de los árboles, observó como Ninfa se alejaba rápidamente. Cuando ya no fue capaz de ubicarla, Ángel transformado en Elfo puso su vista sobre la gárgola. 

- Y bien Ashtaro... ¿qué es lo que deseas? 

- Mi estimado Duhal, no me mires con esa rabia, me haces creer que tienes un interés más de lo normal en esa ninfa.. 

Temiendo ser descubierto, Ángel transformado en Elfo, cambió su tono de voz y buscó una evasiva: 

- De ninguna manera amigo, sólo que apareciste de una manera sorpresiva y no te esperaba tan de repente. 

- Así soy Duhal, sorpresivo e implacable... y ahora es el momento en que necesito de tu ayuda, y espero que aceptes sin titubeos... Y la gárgola y sus dos ayudantes gnomos estallaron en carcajadas como antesala a la petición que se le iba a a hacer a Ángel transformado en Elfo... (Continuará)

NInfa y Ángel (Capítulo ocho)

Los ojos de Ángel transformado en Elfo mostraban sorpresa e incredulidad, ahí sobre la hierba y regresándole la mirada se encontraba el ser etéreo al que buscaba desesperadamente, ahí tendida se encontraba Ninfa. 

Temerosa se hizo hacia atrás intentando escapar, pero la mirada fija de Ángel transformado en Elfo la había atrapado. Ella no recordaba el nombre de él, pero no se apartaba de ella la sensación de paz que le había provocado, y que en ese momento se hacía realidad. Sentía que corría por su cuerpo una emoción extraordinaria. Mientras tanto Ángel transformado en Elfo no dejaba de admirarla, permanecía inmóvil, estaba petrificado... no lo esperaba y no sabía qué hacer... y lo único que se le ocurrió decir en ese momento fue: 

- Hola, soy Duhal. 

Ella también sin moverse murmuró un saludo 

-Hola. 

- ¿Cuál es tu nombre Ninfa? 

Y con voz temblorosa contestó: 

- Indis, mi nombre es Indis. 

Ángel transformado en Elfo rodeó el hongo para estar más cerca de Ninfa y poder estrechar su mano, y Ninfa se alejaba más, no como una reacción de temor, más bien como una reacción de timidez. Esa emoción crecía más, era una paz que ella no había conocido, y cuando tuvo la mano de él muy cerca, extendió la suya y la estrechó. En ese momento ambos sintieron un calor en el interior de su pecho y por instantes el tiempo no existió, todo a su alrededor parecía que se detenía, y sólo existían ellos dos. 

- Duhal, perdóname por salir tan abruptamente anoche del lugar. 

- No te preocupes Indis, sólo quiero ser tu amigo. 

Aunque estaban frente a frente, Ángel transformado en Elfo debía ser prudente para darle el mensaje. Si lo decía en ese momento corría el riesgo de que Ninfa no entendiera nada y acabara por retirase definitivamente de él. Ninfa seguía en el éxtasis de esa paz, por primera vez la voz interior del mentiroso había callado. No había nada en su interior que la distrajera, que la señalara o que le dijera que no era apta. Se sentía libre y feliz, y un color rosado inundó sus mejillas, haciendo desaparecer esos tintes amarillos y verdes que eran característicos en su cara. 

Su cara iluminaba al rostro de Ángel transformado en Elfo, y él sentía que había dado el primer paso para que Ninfa se transformara totalmente... (Continuará)

Ninfa y Ángel (Capítulo siete)

La mañana era fresca y las aves revoloteaban en el manzano de Ninfa, atraídos por sus frutos de gran colorido. Una de ellas tenía gran curiosidad por unas hojas amontonadas que estaban sobre las ramas. Tremenda sorpresa se dio el ave cuando al retirar un par de hojas del montón se encontró con el rostro etéreo de Ninfa, quien descansaba plácidamente después de pasar un buen rato en vela la noche anterior. 

Dando un gran bostezo, hizo que el ave saliera inmediatamente volando del lugar, y junto con ella todas las demás que le acompañaban. Ninfa se incorporó un poco adormilada, pero el calor de los rayos del sol que se colaban entre las hojas de las ramas hicieron que tomara conciencia inmediatamente. 

A Ninfa le gustaba alimentarse con los frutos de su manzano aunque también apetecía de otros frutos, como los duraznos, moras y mangos. Después de dar unas mordiditas a una manzana se retiró y se dirigió al lago donde por lo general se refrescaba. Al llegar se sintió feliz al poder sumergir sus manos en el agua y llevarla a su cara para limpiarla. 

Al ver su reflejo en el agua, su semblante cambió, escuchó nuevamente a la voz interna, la voz del mentiroso que le decía que no era tan bella como creía y que no era digna en absoluto de disfrutar su vida. La voz interna la señalaba tanto que Ninfa sentía vergüenza de ella misma y mejor se alejó de su reflejo, pero no así de su voz interna que la seguía por todos lados... 

Ángel transformado en Elfo yacía tumbado sobre unas rocas junto al árbol hueco donde había llorado la noche anterior. El viento hacía un sonido agradable cuando pasaba entre los árboles invitándolo a levantarse para reiniciar la búsqueda de Ninfa. Tambaleándose por andar aturdido por el sueño se encaminó nuevamente al lugar donde los seres etéreos acudían a escuchar música, pero se encontró con la sorpresa de que estaba vacío, no había nadie. Dando un suspiro gritó: 

- ¡¡¡Ashtarooooooooooo!!!, ¡¡¡Ashtarooooooooooooooooo!!! 

Su eco era lo único que escuchó, y sintió que debía ir cuesta arriba para encontrar a Ninfa, sentía que debía empezar de cero nuevamente... y los latidos de su corazón se agolpaban en su pecho. Un movimiento en los arbustos le hizo voltear bruscamente. Se acercó lentamente y observó como algo corría hasta detrás de un gran hongo. Con cuidado extendió las manos y murmurando unas palabras fue capaz de abrir en dos al pasto crecido que obstaculizaba el paso hacia el hongo. Se asomó y su sorpresa fue enorme... (Continuará)

Ninfa y Ángel (Capítulo seis)

Ya en el bosque, Ángel transformado en Elfo vagaba sin dirección. El vacío que sentía era enorme y debía esperar nuevamente otra oportunidad para estar con Ninfa, además tenía que estar atento al lugar donde se aparecía ella. Se sentó en un tronco hueco y soltó el llanto. Era un llanto reparador, que lo saneaba. Era el momento de la descarga, de poder sentirse vivo. 

Aunque Ángel transformado en Elfo podía convivir con los demás seres etéreos, siempre sentía soledad, siempre sentía que no encajaba, excepto con Ninfa. Esos momentos al estar junto a ella, se sintió cerca de alguien y le vino a la mente sus ojos color miel, que lo perforaban y que lo iluminaban, era una sensación extraña, nunca la había experimentado, era la primera vez que se sentía transparente ante alguien. Y entre más transparente se sentía cuando recordaba la mirada de Ninfa, más sentía que el llanto lo curaba, era un solo consuelo de que en ese momento no estaba presente ella, de que solo la podía ver en sus sueños. 

Por otro lado Ninfa sentada en una rama de su manzano contemplaba la luna, ese objeto radiante que la hacía soñar. Ella imaginaba que la luna era una gran masa hecha de todas las aspiraciones de los seres etéreos, y que en la medida que alguien pedía algún deseo la luna crecía y se llenaba de luz, y cuando empezaba a decrecer significaba que la luna se vaciaba porque se cumplían los deseos. 

Ninfa nunca le había pedido nada y esa noche pidió un deseo, un deseo que de entrada se le hizo muy extraño, porque además de ser la primera vez que pedía algo no entendía por qué pedía eso... su deseo fue sencillo, volver a encontrar a ese Elfo que por instantes le irradió algo diferente. Le extrañaba el deseo, ya que inclusive no era capaz de recordar el nombre de él. 

No pasaría mucho tiempo cuando desde el fondo de su mente escuchó a la voz del mentiroso que le decía que olvidara pedir deseos a la luna, que nunca jamás volvería a ver a ese Elfo, que lo que sintió no era más que un gran temor, y que seguramente lo había imaginado. 

Así es, escuchó la voz de la mentira, la voz que por mucho tiempo había hecho caso, y que ahora no perdía la oportunidad de decirle que no era nadie y que no aspirara a más, mucho menos a encontrarse con ese Elfo. Y esa mirada de esperanza y de fe que poseía cuando observaba a la luna, se fue transformando en una mirada de tristeza y desesperación. 

Ángel transformado en Elfo también veía la luna y lo que él escuchaba era que mantuviera la fe, que siguiera adelante y que por ningún motivo se dejara derrotar por nadie ni nada, incluso si llegara a escuchar la voz del mentiroso. A pesar de que Ángel transformado en Elfo poseía dones especiales, no significaba que no tuviera enfrentamientos con la voz del mentiroso, y esa voz contra él atacaba más fuerte, sin piedad, pero él podía resistir debido a su naturaleza. 

Ninfa permanecía sentada ahora sin ver a la luna, aunque el deseo... ya se había pedido... (Continuará)

Ninfa y Ángel (Capítulo cinco)

Ninfa no contestó. Lo percibía como cualquier otro ser del lugar que quería divertirse con ella. Bajó la mirada y no le dio importancia a la mano extendida de Ángel transformado en Elfo. Se encogió en su lugar y permaneció en cuclillas. Ángel transformado en Elfo permaneció de pie y poco a poco se acercó a Ninfa para hablarle, se posó en las rodillas y nuevamente le ofreció la mano. 

Inmediatamente que Ninfa sintió de cerca nuevamente la mano de Ángel transformado en Elfo rápidamente se incorporó y salió atropelladamente del lugar. Ángel transformado en Elfo intentó alcanzarla, pero Ninfa resultó ser más rápida que él. Duhal experimento vacío en su ser, había perdido una gran oportunidad de hablar con Ninfa, de hecho sintió un gran rechazo por parte de ella. No supo su nombre ni estrechó su mano. 

Aún pasaba por su mente el momento en que se la había topado por primera vez, y tontamente tomó la decisión de no dar el mensaje. 

- Una lástima Duhal, una verdadera lástima... 

Susurró Ashtaro al oído de Ángel transformado en Elfo. 

- Ya tendrás tiempo de verla, no te preocupes, si no, ya sabes yo podré ayudarte... después te buscaré Duhal, hasta luego... 

Los ojos de Duhal se humedecieron, sentía una gran impotencia. Al instante siguiente ya se encaminaba hacia lo espeso del bosque para curar su dolor. Ninfa mientras tanto huía del lugar, se dirigía a toda velocidad al manzano donde habitaba, y ni siquiera pensaba en el Elfo que le había extendido la mano, sólo quería llegar a casa y estar a salvo. 

A pesar de que se la pasaba bien en ese lugar musical, sabía que los gnomos no tenían buena reputación, y mucho menos esa desagradable gárgola que siempre la molestaba. Al llegar a su manzano se sintió reconfortada, sabía que ahí estaría bien y que no corría peligro. Sólo hasta ese momento en que estaba tranquila reparó en la presencia de Ángel transformado en Elfo. Se dio cuenta que había experimentado una paz que antes no había vivido, y sintió que su corazón latía de una manera diferente, más cálida, y quiso regresar pero ya era muy tarde. (Continuará)

Ninfa y Ángel (Capítulo cuatro)

- ¿Y cómo te puedo ayudar? - musitó Duhal. 

- ¿Ves a todos estos seres etéreos?, necesitan ser dirigidos y controlados, y como te decía anteriormente, tú posees un carisma especial. A las gárgolas nos encanta este lugar... y queremos quedarnos con todo esto, tú podrás ahorrarnos mucho tiempo, y tendrás todo el tiempo para estar con Ninfa, de no querer ayudarnos, pues... sería terrible que ya no la vieras por aquí ¿no? 

Al escuchar estas palabras, Duhal supo que no tenía otra opción. Lo que más le preocupaba era si Ashtaro sabía lo de su misión con Ninfa, y si sabía qué mensaje debía entregar. 

 - ¿Qué más sabes de mi Ashtaro? 

- Mmmh, ya te dije... sé lo suficiente... sólo me intriga tu interés en Ninfa. Hasta ahora nadie me lo explica, pero pronto lo sabré... Entonces Duhal... ¿tenemos un trato? 

Ángel transformado en Elfo en ese momento podría hacer a un lado a Gárgola, aniquilarlo... acercarse a Ninfa e irse, pero debía ser dócil, cubrir las apariencias, y hacer lo que Gárgola quería, no a su modo ya que Ángel transformado en Elfo tenía un plan... 

 - Bien Ashtaro, haré mi parte del trato. 

- Bien Duhal, serás recompensado. 

Se estrecharon las manos mirándose fijamente a los ojos. Ashtaro esbozó una leve sonrisa de triunfo, guiñó a uno de sus asistentes e inmediatamente liberaron a Ninfa. 

- Adelante Duhal acércate a ella, más adelante te contactaré para que me brindes tus servicios... 

Ángel transformado en Elfo se levantó y se encaminó hacia Ninfa, quien se tomaba de las muñecas, sobándose por el apretón del Gnomo que la sujetaba. Sintió que debía acariciarla, que debía protegerla... sentía muchos "debía", pero primero necesitaba ganarse su confianza. Se detuvo frente a ella. Ninfa al sentir su presencia lentamente subió la mirada, y sus ojos enrojecidos llenos de lágrimas se fijaron en los de Ángel transformado en Elfo. Él sonrió y su corazón latió aceleradamente, había tantas cosas que decirle, tantas cosas que contarle... y le extendió la mano. 

- Hola, me llamo Duhal... (Continuará)

Ninfa y Ángel (capítulo tres)

Ángel transformado en Elfo caminaba hacia Ninfa y su corazón latía rápidamente, hacía mucho tiempo que no sentía ese torrente en el pecho, era una gran emoción... Y cruzaban por su mente las maneras en que podría ganarse su confianza, pero eran tantas que le generaban confusión... 

Dos duendes se cruzaron en su camino y lo hicieron trastabillar y casi cae sobre unas hadas que alegres jugaban en un árbol, esto hizo que por instantes perdiera de vista a Ninfa, y cuando la buscó se dio cuenta que un ser extraño la había tomado de la mano y caminaba junto a ella dirigiéndose a la salida del lugar. 

Ángel transformado en Elfo experimentó una sensación de vacío y quiso correr hacia ellos, pero una Gárgola lo tomó por el hombro y lo detuvo súbitamente. 

- ¡Suéltame, debo salir! - Gruñó Ángel transformado en Elfo. 

- ¿Así que tienes prisa? 

- Eso es algo que no te interesa 

- Pero veo que Ninfa sí te interesa 

Y la Gárgola entrecerró los ojos y mostró una sonrisa. Ángel dejó de forcejear, miró fijamente a la Gárgola y le preguntó: 

- ¿La conoces? 

Gárgola asintió y lo invitó a sentarse en unas rocas junto a una orquesta de hadas musicales. Sin saber por qué, Ángel transformado en Elfo lo siguió y permaneció inmóvil unos instantes, mientras Gárgola se ponía cómodo y bebía néctar de una flor. 

- ¿Cuál es tu nombre? - preguntó Gárgola. Pasmado Ángel transformado en Elfo murmuró: 

- ¿mi nombre?, ¿no sería más importante que me dijeras quién eres tú y por qué me detuviste? 

- Es verdad, perdón por ser tan descuidado, mi nombre es Ashtaro. Sabes... ¿cómo dices que te llamas?

- Duhal 

- Bien Duhal, hace tiempo que conozco a esa ninfa, viene seguido a este lugar, y se dice que anda en busca de las chispas de alegría que ha perdido. Yo puedo hacer que se conozcan, veo que te interesa saber más de ella, pero sabes... necesito de tu ayuda... 

- ¿Mi ayuda? ¿qué tipo de ayuda?  

- Unos Gnomos me contaron de ti, me dijeron que tienes algo especial que transforma a los seres etéreos, que los haces dóciles y que son capaces de volver a soñar. 

- Es absurdo lo que dices, deberías asegurarte de esos Gnomos, tal vez te quieren engañar. 

- No finjas Duhal, sé muchas cosas de ti, no todas pero sé lo suficiente, y Ninfa puede alejarse de ti...

Ashtaro al terminar de decir esto volteó hacia un árbol e hizo una mueca y uno de los gnomos a su servicio salió del lugar. Momentos después ese mismo gnomo regresaba tomado de la mano de Ninfa, quien caminaba tambaleándose y a punto de caer... (Continuará)

Ninfa y Ángel (capítulo dos).

El mensaje que debía dar a conocer Ángel transformado en Elfo no le pertenecía, es decir, no era un mensaje propio sino que era un mensaje que venía de la Esencia de todo el universo. Siendo un mensajero, Ángel transformado en Elfo sabía que no debía hacer suyo el mensaje, porque corría el riesgo de que la persona que recibiría el contenido lo confundiera con el remitente, sólo debía entregarlo y retirarse una vez que Ninfa lo aceptara. Encontrar nuevamente a Ninfa fue difícil, porque la voz parásita que la poseía le dictaba nuevas mentiras a seguir, y la guiaba por caminos oscuros y tristes. 

Debido a esto Ninfa se había apartado de su camino, un camino hermoso, brillante y lleno de vida. En momentos Ninfa recordaba lo feliz que había sido y no entendía en qué momento de su vida había perdido esas chispas que hacían brillar su existencia, quería recobrarlas y no sabía cómo. Ángel transformado en Elfo buscó por muchos lados, algunos le daban algunas indicaciones en dónde podría estar Ninfa, pero cuando llegaba a esos lugares, Ángel transformado en Elfo se daba cuenta que ella ya no se estaba. Por momentos Ángel transformado en Elfo se desanimaba y deseaba tragarse el mensaje para no seguir con la búsqueda. En verdad estaba desesperado, ya que llevaba mucho tiempo tras de ella y no podía concretar la entrega del mensaje. 

Un día Ángel transformado en Elfo acudió a un lugar donde las hadas, duendes, ninfas y elfos iban para escuchar música espléndida y así convivir entre ellos. Ángel transformado en Elfo se recostó en unas hojas y empezó a escuchar esa hermosa música que lo extasiaba y lo hacía sentir bien, además, le gustaba el ambiente porque todos los presentes estaban alegres, contentos, felices... excepto una. 

Ángel transformado en Elfo puso atención en un rincón del lugar y descubrió a una persona que no irradiaba luz, que tenía tintes verdes y amarillos y que languidecía... ¡¡Al fin!! ¡¡Era ella!! ¡¡Era Ninfa!! Ángel no lo podía creer, estaba frente a ella y era su oportunidad de acercarse y ganarse su confianza... y se dirigió a ella. Continuará

Ninfa y Ángel (capítulo uno).

Había una vez una Ninfa que había sido engañada por un Duende parásito, al cual le gustaba decir mentiras por naturaleza, de hecho decir mentiras era su forma de vida. Cuando Ninfa se tragó las mentiras del Duende Mentiroso, experimentó tristeza, soledad, angustia y empezó también a decir mentiras, porque sentía una gran inseguridad. Lo peor de todo es que cada vez que decía una mentira, más mal se sentía. Así llevaba su vida contando mentiras y su semblante cambiaba a cada instante en que mentía, su rostro se teñía de verde y amarillo, languidecía. Un día cuando pensaba que su vida no tenía el brillo suficiente como para iluminar los caminos de los demás, se topó con un Ángel transformado en Elfo. Este Ángel tenía un mensaje muy importante que comunicar a toda persona que cruzara su camino, pero nadie escuchaba lo que él decía. La incredulidad de los demás había hecho que Ángel transformado en Elfo guardara el mensaje en su corazón porque nadie tenía interés en saber más, hasta ese día que se topó con Ninfa. Cuando Ángel transformado en Elfo la vio por primera vez creyó que era como cualquier otra ninfa, pero no, se sorprendió cuando percibió que su corazón era diferente. A pesar de que sabía que su corazón era diferente decidió no dar su mensaje y pasar de largo. Lo que no sabía en ese instante Ángel transformado en Elfo es que su Arcángel le iba a encomendar una tarea difícil... y la tarea consistía en que debería darle el mensaje a Ninfa. Cuando Ángel Transformado en Elfo lo supo no sabía qué hacer... porque ya tenía suficiente de que las personas no escucharan su mensaje, ¿por qué Ninfa iba a ser diferente?... Ángel transformado en Elfo aceptó la misión, y se encaminó al lugar donde estaba Ninfa. Una de las condiciones para dar el mensaje es que Ángel transformado en Elfo debía ganarse la confianza de Ninfa poco a poco. Aunque tardara años... meses... días. (Continuará)